martes, 22 de diciembre de 2015

Certamen "Palabras Contra el Miedo"


La Habitación Propia y Munchy’s convocan a todos los escritores mayores de 18 años residentes en Bruselas a su certamen

«Palabras contra el miedo»


LHP convoca a sus seguidores a participar en este nuevo concurso de doble categoría pero único tema: las palabras contra el miedo. «Contra la destrucción, construcción; contra la ignorancia, educación; contra la paralización, movimiento…»


BASES DEL CONCURSO


1. Podrá participar cualquier persona mayor de edad residente en Bruselas.

2. Se establecen dos categorías:

·        Poesía: poema o grupo de poemas que no supere, en total, los 300 versos.
·        Narrativa: relatos o ensayos que no superen las 10 páginas numeradas, mecanografiadas en tipo Times New Roman 12, a doble espacio y por una sola cara en tamaño DIN A4. En esta categoría se acepta cualquier tipo de subgénero narrativo (ficción y no ficción).

3. El tema de las obras tendrá relación con el comunicado “Palabras contra el miedo” que emitió LHP después de los atentados en París del 13/11/2015 y de la alarma social que se generó en Bruselas. Aunque el título de las obras es libre, se valorará positivamente su enfoque hacia el tema del comunicado.

4. El modo de participación será, exclusivamente, el de envío por correo electrónico a lahabitacionpropia.tertulia@gmail.com en formato PDF. En el asunto del correo se indicará lo siguiente: “Certamen palabras contra el miedo de LHP”

5. La participación será, obligatoriamente, con el sistema de plica. Los autores enviarán dos documentos PDF:
- El primero será el de la obra presentada, que incluirá una portada con título de la obra y lema o seudónimo. El nombre del documento incluirá, al menos, la palabra OBRA y, en ningún caso, datos personales.

- El segundo documento será la plica. En el mismo se indicará el título del relato y seudónimo o lema, nombre y apellidos del autor, teléfono y mail de contacto. 
 
6. Todas las obras deberán estar escritas en castellano, ser originales e inéditas y no podrán haber resultado ganadoras en otros concursos ni estar participando en otro certamen pendiente de fallo.

7. Los candidatos pueden presentarse a una o a las dos categorías con tantas obras como deseen para cada una de ellas.

8. Se establece una única obra ganadora de cada categoría. El premio constará de un vale por una cena en Munchy’s que incluye Tapas Mix y botella de vino.

9. La fecha y hora límite para la recepción de las obras serán las 0:00 del domingo, 14 de febrero de 2016 (Día de los enamorados).
www.escritores.org
10. El jurado estará formado por miembros de La Habitación Propia en Madrid. Sus nombres se harán públicos después del fallo.

11. El fallo del jurado se publicará el viernes 4 de marzo de 2016 (fecha de fundación de LHP) durante el evento de celebración del II Aniversario de La Habitación Propia, además de en las redes y en la página web de La Habitación Propia.


12. El hecho de participar en este certamen supone la plena aceptación de sus bases.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Words against fear

La Habitación Propia

calls for

words against fear


At La Habitación Propia we have talked a lot about what others did before us. Honouring previous generations has been the ultimate motive of our activities, meetings and events ever since our establishment back in March 2014. Nevertheless, La Habitación Propia is not, and won't claim to be an academy. Our research happens at grassroots level on the field of creativity and words, and it is there where its participants and distant followers converge. Our aim is, and has always been progress. For this purpose, we make use of what we consider to be a main pillar of the history of human progress: literature. We celebrate, honour, practise and share it not only for its dissemination or for having so many good times, but because we are convinced of its great social value. Wherever humans get together to create and share ideas and knowledge, connections blossom, and bonds are built with words.

Fear has always flooded our dreams as a species and as individuals. In our first manifesto after the establishment of LHP we already referred to the crisis with the media trend of generalising a fiscal lie. But our crisis is not about debt. It is a crisis of impossibilities. The impossibility of living, eating, flourishing, or achieving happiness raises frustration and fear in every individual. More than economic, our crisis is human, in the way that nowadays too many individuals live overwhelmed by that fear. Fear grows in the vicious circle of terror, within destruction and death, and it continues an unstoppable cycle. Fear entrenches us because of its immediate effect: paralysis and, ultimately, going backwards.


LHP calls for words against fear, words against destruction—construction; against ignorance—education; against paralysis—movement. At LHP, we haven't stopped moving because we do not resort to undoing what has already begun. If we have recalled generations before, it has been to figure out what can we do for today and for the future. And we claim responsibility for all the generations living in this time and (every) place. The responsibility to fight terror with words, conversations, information, education, meetings, and common grounds should take us away from cynicism, apathy, indifference, loneliness and despair, among other proponent of fear. Literature is our history; and words, our tools.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Palabras contra el miedo (comunicado)

La Habitación Propia

llama a las

palabras contra el miedo



En La Habitación Propia hablamos mucho de conocer lo que otros hicieron antes. La mención y el homenaje de generaciones anteriores ha marcado la tónica de nuestras actividades, sesiones y eventos desde nuestra fundación, allá por marzo de 2014. Pero La Habitación Propia no es, ni pretende ser, academia. Nuestra investigación se produce a ras de suelo en el campo de trabajo de la creatividad y la palabra, allí donde confluyen sus participantes y seguidores en la distancia. Nuestro objetivo es, siempre ha sido, el progreso. Y para ello nos valemos de lo que consideramos uno de los pilares de la historia del progreso: la literatura. La celebramos, la homenajeamos, la practicamos y la compartimos no solo para su difusión, ni para pasar tantos buenos ratos, sino porque estamos convencidos de su inmenso valor social. Allí donde el ser humano se reúne para crear o compartir ideas y conocimientos, florecen lazos, vínculos construidos con palabras.

El miedo siempre ha sobrevolado nuestros sueños como especie y como individuos. En nuestro primer manifiesto tras la inauguración de LHP ya aludimos a la crisis con esa generalidad que usan los medios para hablarnos de una falacia financiera.  Pero nuestra crisis no es de deuda, sino de imposibilidades. La imposibilidad de vivir, comer, prosperar o ser feliz alimenta la frustración y el miedo de cualquier individuo. Más allá que económica, nuestra crisis es de humanidad, en tanto que hoy muchos (demasiados) individuos viven atenazados por ese miedo. El miedo crece en el círculo vicioso del terror, en la destrucción y la muerte, y sigue su ciclo imparable. El miedo nos atrinchera porque tiene como efecto inmediato la paralización y, en última instancia, la marcha atrás.

LHP convoca a las palabras contra el miedo. Contra la destrucción, construcción; contra la ignorancia, educación; contra la paralización, movimiento. En LHP no hemos dejado de movernos porque no nos resignamos a desandar caminos ya trazados. Si hemos rememorado generaciones ha sido para conocer lo que podemos hacer ahora y por el futuro. Y proclamamos una responsabilidad generacional de todos los que habitan este tiempo y este lugar (cualquier lugar). La responsabilidad de luchar contra el miedo con palabras. La conversación, la información, la educación, el encuentro y los espacios comunes nos deben apartar del cinismo, la apatía, la indiferencia, la soledad y la desesperanza, entre otros alicientes para el miedo. La literatura es nuestra historia, y la palabra, nuestra herramienta.

miércoles, 3 de junio de 2015

Las ocasiones perdidas

Relato ganador del I Concurso de Relato Corto de La Habitación Propia

Por Irene Alcedo


Tic tac.
No quedan rincones en esta ciudad en los que las sombras se puedan esconder. Nos conocemos todas las cicatrices, compartimos talones de Aquiles en todos los adoquines y dibuja mi rutina. Rutina…
Siete y media de la mañana y sonó el despertador. Volvíamos a las andadas, la ciudad y yo. No llegaba al medio siglo ni de puntillas y ya tenía decidido los caminos a los que darles la espalda. Me he condenado a una rutina inquebrantable destinada a una meta que no sé si es a la que quiero llegar, pero es la única estación en la que voy a encontrar un tren que me lleve al mundo, llevando sólo el futuro como objeto más preciado en mi mochila. No obstante, mi futuro más cercano se encierra entre las cuatro paredes de este templo literario que vulgarmente se le conoce como biblioteca. Aquí, en mi refugio favorito, me dedicaba a construir el cohete que me disparará a la libertad. Dicho de otra manera: estudiaba unas oposiciones para algo nada relacionado con las letras, pero que me traerá el cambio que mis días llevan pidiendo a gritos desde que erré en transformar mi pasión en mi profesión.
Después de horas para aprender a diferenciar entre las diferentes clasificaciones del Derecho, guardé los apuntes y llegó mi momento de respiro. Me dejé seducir por las historias que esconden cada libro detrás de su portada. Imaginaba las aventuras que esconderían unos y otros tan sólo por el título; cada libro es una sorpresa, por eso nunca he querido saber su argumento antes de atacarlo por mi cuenta. Como suele suceder, mi vista se detuvo en un título que me atrapa. Esta vez, Del amor y otros demonios me obligó a detenerme, preguntándome cuáles serán esos otros demonios de los que podría hablar García Márquez. Porque, al fin y al cabo, el amor…
Sonó la alarma que me avisó de que ya iba siendo hora de salir, que el día aún no había acabado y seguía teniendo obligaciones. Con un nuevo libro en la mochila, me dirigí al coche y empecé a arrancar mientras en el reproductor sonaba la canción que decidió el azar que me acompañase: The show must go on. Un amago de sonrisa relampaguea mi rostro. No suelo sonreír, pero las casualidades de este tipo no me dejan alternativa. Al fin y al cabo, este baile de máscaras que llevo conmigo misma y los que me rodean debe continuar.
Entré en esa pequeña calle con nombre de poeta, aderezada con naranjos sin vistas al mar. Después de meter el coche en el garaje, me preparé para la rutina de reproches y discusiones. Puse un pie en casa y ya me llegan los gritos desde la cocina. A saber qué había olvidado ya…
Me esperaba en las escaleras un rubio con los ojos color miel, que vino corriendo a saludarme como nunca nadie lo hará. Grande, peludo y baboso, pero me dejé querer por él, uno de los momentos de luz del día. Una comida rápida repleta de hidratos de carbonos prometía darme lo que necesitaba para otra dura tarde de entrenamiento. Antes de salir, mi mente me pide siempre un descanso, así que me sumergí en el libro de poemas que tenía a medio leer: Sonetos del amor oscuro. No creo en el amor, pero me gusta cómo lo definen grandes poetas por mí.
Huye de mí, caliente voz de hielo,
no me quieras perder en la maleza
donde sin fruto gimen carne y cielo.
Las cuatro y media y, como siempre, la poesía me hizo llegar tarde a mi compromiso con el corpore sano, porque la mente ya la había cultivado durante todo el día. Hay cosas que nunca cambiarán: en la avenida principal de una ciudad no demasiado grande, todos los semáforos me detienen. En el primero, odio con fuerza la rutina. En el segundo, en un ataque de rebeldía en contra de la rutina, cambio la emisora de radio. En el tercero, me percato que si todos los días cometo la misma subversión, acaba siendo rutinaria. En el último, suspiro y levanto la vista. Esta ciudad vive estancada en el tiempo, siempre parece que va a llover aunque luego no lo haga. Mientras aparcaba en el gimnasio, me mentalicé a que todo será igual que ayer, nada diferente. Siempre me gusta hacer los ejercicios en el mismo lugar, apartada del resto, para ser yo sola con mi cuerpo y que no me distraigan conversaciones banales. Sin embargo, ese día mi sitio estaba ocupado por un culturista al que parece que le quedan siglos para acabar sus ejercicios. Elegí un sitio cualquiera, sin tener en cuenta dónde estaba situado y me preparé para seguir. Esta vez lo que veía no era la blanca pared con el póster que conocía de memoria, sino la máquina de pesas, vacía.
Y entonces…
Como si se anticipara a lo que iba a pasar, comenzó a sonar Summer Sunshine en mi reproductor mientras aparecía ella. Era una completa desconocida y sólo la veía de perfil mientras hacía sus pesas. Sincronicé mis ejercicios con los suyos para poder conocerla mejor. En cada abdominal veía su mirada en un horizonte que quedaba lejos del mío. Algo me decía que me iba a cambiar la vida: me había visto reflejada en sus ojos y, aunque aún no sé qué verían en los míos si alguna vez se veía, sabía que quería que se viera. Estudié cada centímetro de esa desconocida o, al menos, de lo que entraba en mi campo de visión desde la posición en la que me encontraba. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero cuando ella se levantó me di cuenta de que había perdido la cuenta de los abdominales que llevaba. Algo me decía que mañana dolerían.
Mejor dar por terminados mis ejercicios, que después del sobresfuerzo me podría lesionar y eso era contraproducente. Lo mejor sería no pasar por los vestuarios y ducharme en casa, así tenía tiempo para repasar un par de temas antes de desconectar completamente.
Si hubiera sabido que ella me esperaba en los vestuarios, no me lo hubiese pensado. Pero me esperó y como nunca aparecí, decidió dejarse en manos de las casualidades de los caminos cruzados y el azar.

La vuelta a casa fue tan tranquila como la ida. Después de estudiar un rato, me dispuse a cenar para luego dormir pronto, que me esperaba la misma rutina en unas horas. La desconocida desapareció totalmente de mis pensamientos desde que dejé de verla en el gimnasio.
Como siempre, me traicionaron los cinco minutos de más y tuve que salir corriendo. Desayuno en mano y pies volando. Después de saltarme tres semáforos y casi atropellar a dos peatones, me encontré de bruces con una puerta totalmente cerrada. Mi incredulidad me hizo mirar corriendo el correo para encontrar alguna respuesta. Efectivamente, apareció en forma de telegrama: “mañana no tendremos clases, motivos personales”. Un bufido salió de mi boca y un “¿ahora qué?” resonaba en cada rincón de mi mente. Rápidamente, reorganicé mi día: pasaría la mañana en el gimnasio y luego me pondría a estudiar en la tranquilidad de la tarde. Después de la rueda de ejercicios habitual, decidí pasarme por los vestuarios para así tener más tiempo en casa. Mientras me terminaba de vestir y mi mente divagaba en recuerdos que abrían heridas en lugar de regalar flores, escuché a mi espalda: “Del amor y otros demonios, disfrútalo, pero que no te muerda.” Cuando me di la vuelta, me encontré de frente con una chica alta, la misma de ayer. Tendría mi edad y su rostro me parecía familiar. No entendí el comentario y eso se reflejó en mi cara, por lo que la chica señaló con la cabeza mi bolso, de donde asomaba una esquina del libro que había cogido el día anterior de la biblioteca. Con un “suerte” pronunciado directamente a los ojos se volvió a esfumar. Diez minutos después de su salida recuperé poco a poco el habla. No la conocía, no sabía de dónde había salido, pero mis palabras se escapaban con ella cuando se dejaba ver.
A partir de ese día, la imagen de esa desconocida empezó a perseguirme. Me sorprendía imaginándome su historia donde descubría quién era, de dónde venía, cuál era su lado favorito de la cama o qué le gustaba desayunar. Cambié incluso mis horarios de entrenamiento para así poder volver a encontrármela. No sucedió nada, así que me rendí: volví a la rutina que tenía antes de que ella apareciera en mi vida. Poco a poco la fui olvidando, fue desapareciendo de mi mente.
Había pasado un mes y la vorágine de sucesos hicieron que mis libros fueran mi única compañía y que la biblioteca, el único lugar en el que se me podía encontrar. Las oposiciones estaban a la vuelta de la esquina y no había nada más que ocupara mi mente. Ni siquiera me paseaba ya entre los estantes de la biblioteca, aún me acompañaba aquel libro de García Márquez que no tenía tiempo de leer.
Ese día, como todos, salí de la biblioteca dispuesta a volver a casa para seguir con mi rutina intensiva. Cuando puse en marcha el coche, un sonido me sacó de mis pensamientos. Alguien me había vuelto a coger el coche y me había dejado el nivel de gasolina en reserva. Después de soltar un listado de improperios que ni siquiera era consciente de conocer, llegué a la gasolinera. Mientras repostaba, pensaba en todas las aventuras que habría podido vivir con el Kia Picanto de no ser por mi falta de decisión. Suspiré al tiempo que retiraba la manguera. Cuando volvía de pagar, escuché un grito a mis espaldas que me obligó a pararme. “Llevas la mochila abierta, se te ha caído esto.” No me lo podía creer, había vuelto a aparecer la desconocida. Esta vez tuve la decencia de responder un “gracias” susurrado. Con un “atenta al final del libro” se fue montada en una Kawasaki de 250 cilindradas. Otra vez se me escapaba sin saber de ella más que lo que veía.
Estos juegos del azar estaban alterando mi salud mental y mi capacidad para llevar las riendas de mi futuro. De vuelta a casa, cualquier intento de concentración era imposible. No paraba de mirar a mi mochila sabiendo qué contenía. Seguir mirando una legislación que no me aportaba nada en ese instante no tenía sentido. Así que me levanté y me dirigí directamente a la cama. Abrí el libro por donde lo había dejado y decidí continuar leyendo, ya que estaba tan sólo a treinta páginas del final.
Siempre me gusta ver qué hay después de la última página: cuándo y dónde fue impreso y si coincidió con una fecha especial. Estaba leyendo tal información cuando las letras empezaron a desaparecer. Imaginé que era fruto del cansancio, así que me froté los ojos por debajo de las gafas. Al volver a abrirlos no solo había desaparecido la letra impresa, sino que había aparecido un mensaje manuscrito: Las ocasiones perdidas también muerden. A estas enigmáticas palabras les sucedía una dirección y una hora. Inexplicablemente, algo me impulsó a no dejar pasar la ocasión de descubrir qué había detrás de ese mensaje. Aparecí en el parque en el que se me citaba cinco minutos antes de lo citado. Me senté en un banco y saqué del bolso el libro, no podía dejarlo en casa después de tal revelación. Ensimismada en el mensaje, en la caligrafía y en la intriga, escuché una voz que reconocía a la perfección: “Si aquel día no hubieras cambiado de sitio en el gimnasio, nada de esto estaría pasando”. Mi mente se quedó en blanco al ver aparecer a la desconocida. Intenté recuperar el habla mientras ella se sentaba lentamente a mi lado.
“Si bien es cierto que somos producto de las casualidades, ¿dónde van todas las ocasiones perdidas? ¿Qué ocurre en el camino de la derecha cuando decidimos coger el de la izquierda? ¿Y si nos esperaba allí la vida y nosotros le damos la espalda? Cierto que estas ocasiones perdidas por las casualidades son puramente azarosas, pero ¿qué ocurre con todas esas ocasiones que dejamos pasar a sabiendas de que nunca volverán? ¿Conoces esa sensación?”
Claro que la conocía, era mi día a día. Nunca he sido lo suficientemente valiente como para arriesgarme cuando la partida no estaba a mi favor. Por un futuro más estable, decidí dejar mi pasión por los libros, aun teniendo un título en el bolsillo que me acreditaba para trabajar con ellos. Destaqué en mi promoción y luego, aunque tenía miles de puertas abiertas solo para mí, las cerré todas de un portazo para encontrar un futuro más estable y sin pasión. Seguía una rutina para que nada se entorpeciera en mi camino, nunca me salía de ella. Sabía que había una vida para los valientes, pero esa valentía no era una de mis virtudes.
Lo único que se me ocurrió responder a tantos ataques fue con otra pregunta: “¿Cómo sabes tú todo eso? ¿Quién eres?”
“Todo empezó cuando cambiaste de sitio en el gimnasio, como te he dicho antes. Puedo parecer una intrusa en tu vida, pero lo cierto es que es totalmente al contrario. Voy a revelarte la verdad: provienes de la dimensión de las pérdidas, donde se almacenan todas esas ocasiones perdidas y todos los recuerdos de los que nos deshacemos. ¿Nunca te has fijado por qué tu cuarto está lleno de cuadernos repleto de mensajes que tú no has escrito? Son los mensajes que nunca mandamos por miedo a romper la rutina, por miedo a cambiar nuestra vida. Sin embargo, cuando rompiste tu rutina, te transportaste a esta otra dimensión donde sí sabemos que vosotros existís, aunque no suceda al contrario. Por eso te pregunto, ¿no me reconoces? Yo soy el fruto de todas las ocasiones que perdiste por no desacomodarte, soy el resultado de lo que no te atrevías a ser. Soy tú, así como tú eres yo. Somos la misma esencia, pero distintas circunstancias.”
No podía creer lo que estaba escuchando, todo eso de dimensiones sonaba a ciencia ficción, no podía ser cierto.
“Sé que no me crees, pero ahora tengo una mala noticia que darte. No podemos coexistir en una misma dimensión. Una vez que nos hemos encontrado, una de las dos tendrá que desaparecer. Las leyes de la metafísica dictaminan que es el elemento intruso el que debe ser expulsado del nuevo ámbito. Encantada de conocerte, causa perdida.”

 Tras esas palabras, un golpe seco retumbó en todo el parque. El libro que sostenía cayó al suelo porque las manos que lo sostenían habían desaparecido para nunca más volver a aparecer. 

jueves, 28 de mayo de 2015

Comunicado urgente

La Habitación Propia nombra tertuliano estrella de Madrid a Óscar Gómez

Acontecimientos recientes nos han hecho recordar los méritos literarios y personales de Óscar Gómez, tertuliano y administrador de LHP (La Habitación Propia) en Madrid, que le hacen merecedor del título honorífico de «tertuliano estrella». Como tertulia de nulo presupuesto, podemos conceder muy poco. Como comunidad que crece y funciona cada vez mejor gracias a sus tertulianos, sí podemos y debemos agradecer y ensalzar las cualidades de aquellas personas especiales que nos han incluido en su apretada lista de logros, esfuerzos y milagros diarios.

Es un honor para LHP contar con Óscar Gómez, alias Rubén Fonseca, entre sus filas. Hoy, que su ánimo corre el peligro de mermarse por haber quedado en entredicho público sus cualidades literarias, LHP rodea la arena del circo y hace algo que podría haber hecho antes o después: concederle el título honorífico. Y además, le felicita por su primera novela publicada: Orlando vengador. Nuestro tertuliano estrella es ya un escritor de prestigio porque levanta polémicas. Su reputación habrá de llegarle, forzosamente, gracias a los merecimientos que acumula. Y no son pocos hasta ahora.

Oscar Gómez tiene una valentía inusual, cuya autenticidad se mide en la ausencia de ruido. Coge su timidez y la pone a trabajar, la lleva a todos los escenarios imaginables, con discreción y sin exhibicionismos. Acomete retos en todo lo que lo apasiona y expone su vulnerabilidad. Pide opiniones. Escucha. Y se lanza silencioso a los estrados vertiginosos de la palabra: el teatro, la escritura, la tertulia. Es buen ocupante de palcos. Pero lo veréis allí, de espectador atento, y en escena, como figurante, a veces, y como protagonista, otras veces, tras habérselo ganado en la lucha solo contra sus propias barreras, que suponemos que tiene pero las transgrede cada día.  

Desde que arrancó LHP Madrid, Óscar Gómez ha acudido a casi todas sus actividades y ha puesto a su servicio sus amplísimos conocimientos de historia y de literatura. Ha sido administrador de «Otoño en Madrid», moderador de nuestras «Tertulias de sillón» y, sobre todo, un tertuliano muy activo y muy necesario. Muy a menudo nos preguntamos cómo diantres lo hace. Su agenda es apretada. Su cabeza debe de pensar a un ritmo trepidante sin que su expresión oral y escrita caigan en el descuido o la negligencia. Es profundo, es sensato. Y acaba de publicar una novela enmarcada dentro del género Pulp, que en apariencia podría no «pegarle», y que él mismo ha casi conquistado desde que se lanzara a ello como otro de sus retos profesionales.


Enhorabuena, Óscar, porque Orlando vengador merece nuestro aplauso. Para justificarlo (el aplauso) y por respeto a tu voluntad de desdoblarte, nos referiremos a partir de ahora a tu alter ego, el autor de tu novela.

viernes, 23 de enero de 2015

I Certamen de Relato Corto "La Casualidad y el Guiño"

I Certamen de Relato Corto de La Habitación Propia:
"La Casualidad y el Guiño"

La Habitación Propia, en colaboración con Tuuu Librería, convoca a todos los escritores, mayores de 18 años, a su primer Concurso de Relatos bajo el título de "La Casualidad y el Guiño".

En la rueda de hechos que acontecen, creemos distinguir aquello que sucede de lo que no ha sucedido, aquello que elegimos detonar o nos sorprende en su deflagración. Observamos la vida y clasificamos sus momentos. El registro de acontecimientos nos acerca a un presente ficticio y nos permite vivir en él con cierta cordura. Esta labor inevitable de selección, entendimiento y análisis más o menos rígidos, caóticos o arbitrarios, depende de la memoria. Y la memoria es más o menos rígida, caótica o arbitraria, pero siempre falible, siempre condenada a la extinción.
Todo lo que sucede, en seguida, desaparece pero se recuerda. Aquello que se extingue y sólo perdura en la memoria que falla, distorsiona y, al final, también expira, ¿puede separarse tan pura y auténticamente de todo lo demás? Todo lo demás son los sucesos no acaecidos; en nuestra cabeza, las oportunidades perdidas o los caminos desechados, por ejemplo.
Javier Marías reflexiona sobre lo artificioso de esta separación. ¿Y si todo fuera lo mismo? Idéntico "lo que se da y lo que no se da". Sólo nos resistimos a entenderlo así por la relevancia que atribuimos a nuestra causalidad. Importan las causas y las consecuencias. También la casualidad tiene su dosis de interés.



BASES DEL CONCURSO
1. Podrá participar cualquier persona mayor de edad y con tantos relatos como desee.

2. El tema de los relatos será libre, aunque se valorará positivamente su enfoque hacia el título del  certamen, “La Casualidad y el Guiño”, y su relación con el texto de la convocatoria.

3. El modo de participación será, exclusivamente, el de envío por correo electrónico a lahabitacionpropia.tertulia@gmail.com en formato PDF. En el asunto del correo se indicará lo siguiente: “Para el I Certamen de Relato Corto de LHP”

4. La participación será, obligatoriamente, con el sistema de plica. Los autores enviarán dos archivos:

- El primero será el del relato, que incluirá una portada con título de la obra y lema o seudónimo. El nombre del documento incluirá la palabra RELATO y, en ningún caso, datos personales.

- El segundo archivo será la plica. En el mismo se indicará el título del relato y seudónimo o lema, nombre y apellidos del autor, teléfono y mail de contacto. 


5. Todos los relatos deberán estar escritos en castellano, ser originales e inéditos y no podrán haber resultado ganadores en otros concursos ni estar participando en otro certamen pendiente de fallo.

6. Los relatos tendrán una extensión mínima de 3 y máxima de 10 páginas numeradas, mecanografiadas en tipo Times New Roman 12, a doble espacio y por una sola cara en tamaño DIN A4. 

7. Se establece un único ganador. El premio constará, al menos, de un ejemplar de la novela “Corazón tan blanco” de Javier Marías, donado por Tuuu Librería, y una camiseta personalizada de La Habitación Propia.

8. La fecha y hora límites para la recepción de los trabajos serán las 24h del 23 de abril de 2015 (Día del Libro).
www.escritores.org
9. El fallo del certamen se publicará el 23 de mayo de 2015 en las redes y en la página web de La Habitación Propia. Se contemplará la celebración de un acto de entrega en una de las ciudades donde La Habitación Propia tiene presencia, por acuerdo entre el ganador, los organizadores y miembros del jurado asistentes.


11. El hecho de participar en este certamen supone la plena aceptación de sus bases.